La pandemia global por COVID-19 está avanzando rápidamente, y ha tenido repercusiones negativas en los sistemas de salud y economía del mundo. Sabemos que existe población con mayor riesgo de presentar síntomas graves al contraer la infección por coronavirus. Esta población incluye a las personas mayores de 60 años, a las personas inmunocomprometidas, con obesidad o con alguna enfermedad crónico degenerativa.
La obesidad representa una amenaza grave al contraer la infección de COVID-19, las personas que padecen esta enfermedad tienen mayores complicaciones de los síntomas característicos del virus. Estas personas requieren cuidados intensivos debido a que, dada a su condición, son pacientes con un sistema inmunológico comprometido y presentan mayor dificultad para ser intubados y proporcionarles ayuda de respiración mecánica.
La obesidad está asociada con desórdenes metabólicos, estrés celular y disfunción de los tejidos, influye en el funcionamiento del sistema inmune y la inflamación. La condición de desorden metabólico de la obesidad provoca una activación inmunológica del tejido adiposo, del hígado, páncreas, estos individuos suelen presentar niveles crónicos de inflamación. La constante presencia de marcadores de inflamación en el plasma está relacionada con el desarrollo de otras condiciones como la hiperlipidemia, hiperglicemia y resistencia a la insulina. Estas condiciones refuerzan el desajuste hormonal y de inflamación que propiciará una disfunción de las células del sistema inmune.
El sistema respiratorio también es afectado por el sobrepeso y obesidad. Se presentan cambios mecánicos directos en el proceso de respiración debido a la deposición de grasa en el tórax, el abdomen y en las vías aéreas superiores así como de la inflamación sistémica de la que se habló previamente. Estos cambios estructurales en el área torácico-abdominal restringen el movimiento normal del diafragma para realizar el proceso de respiración normal. Por lo que hay un incremento en el trabajo y esfuerzo por respirar, causando trastornos respiratorios.
Se han tomado medidas preventivas en todo el mundo para evitar la propagación del virus, entre estas se encuentran la del aislamiento social dentro de casa por varios días e incluso semanas. Evidentemente, esto ha provocado una disminución de la actividad física diaria y mayores tiempos de sedentarismo, condiciones que propician mayor riesgo de desarrollo de obesidad y enfermedades metabólicas. Aunado a esto, las medidas de aislamiento implican un mayor consumo de alimentos procesados, enlatados y empaquetados que contienen mayor cantidad de sodio, azúcares y grasas. Con el paso del tiempo y con la extensión de las medidas de aislamiento, estos factores podrían propiciar el aumento de peso en los individuos, y aumento del riesgo metabólico.
Por lo tanto, al conocer las complicaciones en la salud que pueden presentar las personas con una condición de riesgo como el exceso de peso, podemos posicionar nuestra labor como profesionales de la salud y alimentación en la prevención de la obesidad y desórdenes metabólicos. Con el fin de reducir el impacto de enfermedades como COVID-19 sobre los sistemas de salud y economía de los países a nivel mundial.